viernes, 18 de marzo de 2011

Estatus: el próximo paso

Por Pedro R. Pierluisi – Comisionado Residente

Publicado Originalmente: (Columna El Vocero pag.#30)




La discusión del tema del estatus permea el debate público en nuestra Isla a todo nivel. Al abordar este tema tenemos que partir de la premisa de que hay unos hechos incuestionables que rigen los caminos de Puerto Rico. Es un hecho que al día de hoy ya nadie disputa el derecho inalienable que tiene nuestro pueblo de escoger su destino político. También es obvio que de cara al futuro hay tres alternativas dignas al estatus actual de la Isla: la estadidad, la libre asociación y la independencia. Y todos conocemos que la única manera de cambiar nuestro estatus es logrando que nuestro pueblo reclame el cambio y que el Congreso de los Estados Unidos lo conceda.

Antes de las pasadas elecciones el Gobernador Luis Fortuño y todo el liderato del Partido Nuevo Progresista nos comprometimos a buscar el aval del Congreso para celebrar un plebiscito en la Isla. Asimismo, propusimos que en caso de no obtener ese aval en un término razonable de tiempo consultaríamos directamente al pueblo. Cabe recordar que la última vez que nuestro pueblo tuvo la oportunidad de expresar su sentir sobre este centenario problema fue hace más de doce años.

Luego de que la Cámara de Representantes de los Estados Unidos aprobara contundentemente el proyecto de ley H.R. 2499 que autoriza que el Gobierno de Puerto Rico celebre un proceso plebiscitario en la Isla, de que los dos líderes indiscutibles del Senado federal en la evaluación de este tema, los Senadores Bingaman y Murkowski, avalaran las cuatro opciones de estatus contenidas en el H.R. 2499, y de que la Casa Blanca hiciera lo propio, sólo nos resta llevar a cabo un plebiscito o referéndum que nos encamine debidamente hacia nuestro destino político final.

Aunque son muchas las alternativas que tenemos a la hora de decidir cómo consultar a nuestro pueblo, es importante identificar y discutir las bondades de algunas de las opciones que pueden dirigirnos hacia la solución de este divisorio conflicto.

En primer lugar, pudiéramos celebrar un plebiscito que presente dos preguntas a nuestros votantes bajo las mismas premisas del H.R. 2499:

¿Quiere que Puerto Rico mantenga su estatus actual?
¿Cuál de las siguientes opciones de cambio de estatus prefiere: Estadidad, Libre Asociación, o Independencia?

Esta posible consulta tiene el atractivo de que todas las opciones de estatus se encuentran en la misma papeleta, por lo cual nadie pudiera cuestionar su validez y el resultado sería irrefutable. Más aún, hacer ambas preguntas en una sola consulta le ahorraría tiempo y dinero a nuestro pueblo.

Por otro lado, se le puede pedir al pueblo que seleccione entre las cuatro opciones de estatus reconocidas tanto por el Congreso como por la Casa Blanca: la estadidad, el estatus actual, la libre asociación y la independencia. En este posible plebiscito tampoco habría lugar para reclamos de exclusión y si cualquiera de las opciones recibiera el voto mayoritario de nuestro pueblo, el mensaje al Congreso no pudiera ser más claro.

De igual forma, formular preguntas sobre aspectos medulares de nuestra relación con los Estados Unidos sería un ejercicio muy válido. Por ejemplo, nuestros votantes pudieran contestar cualquiera de las siguientes interrogantes:

¿Quiere ser ciudadano americano con los mismos derechos y obligaciones que tienen los ciudadanos americanos que residen en los estados?
¿Quiere que Puerto Rico tenga una unión permanente con los Estados Unidos?
¿Quiere poder votar por el Presidente de los Estados Unidos?
¿Quiere tener representación con voz y voto en el Congreso?

Cada una de estas preguntas es perfectamente legítima y su contestación le permitiría al Congreso conocer de primera mano las aspiraciones de nuestro pueblo.

Por último, pudiéramos llevar a cabo un referéndum con el propósito de que nuestro pueblo le reclame al Congreso que nos ofrezca opciones de estatus que no sean territoriales o coloniales y que puedan darle punto final al dilema que hemos enfrentado desde el comienzo de nuestra relación con los Estados Unidos. A la altura del siglo 21 sería prácticamente imposible que un reclamo de esta naturaleza cayera en oídos sordos en el Congreso.

Todas estas posibles consultas serían justas y democráticas, y adelantarían la causa de todos los que queremos lograr que Puerto Rico tenga un estatus político digno y permanente. Asumir nuestra responsabilidad innata de reclamar hacia dónde nos queremos dirigir como pueblo es algo que todos sabemos que tenemos que hacer. Opciones tenemos de más. Hacer nada no es una opción. Consultar a nuestro pueblo es el próximo paso.

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