Por Rep. Pedro R. Pierluisi (D-PR at Large)
Comisionado Residente en Washington, D.C.
Columna El Vocero
El eterno problema del estatus de Puerto Rico domina nuestra discusión política. La razón es clara: no tenemos un estatus digno y permanente. Mientras mantengamos el estatus actual continuaremos sumidos en este dilema que nos ha abrumado por muchísimos años, que obstaculiza nuestro desarrollo socio-económico y que nos mantiene enfrascados en una lucha divisoria que en nada beneficia a nuestro pueblo.
El compromiso de ponerle punto final a este dilema tiene que comenzar con aceptar que el estatus actual es el problema y que la única forma de resolverlo es escogiendo un estatus diferente. Nuestro pueblo ha madurado mucho en las pasadas décadas y debemos estar confiados de que los puertorriqueños están preparados para decidir su futuro político con los ojos abiertos, con la verdad de frente y con la esperanza de un mejor porvenir.
Siempre que hablemos de nuestro estatus tenemos que partir de la premisa de que es nuestro pueblo el que debe decidir el destino político de la isla, pues de eso es que se trata el principio de la libre determinación. Por consiguiente, nadie debe cuestionar la validez de cualquier esfuerzo justo y razonable por consultar a nuestro pueblo sobre este trascendental asunto.
Por otro lado, al repasar nuestra historia tenemos que reconocer que desde mediados del siglo pasado hemos tenido tres sectores ideológicos en la isla: los estadolibristas, los estadistas y los independentistas. Es por eso que para que cualquier consulta de estatus sea justa y razonable, ésta debe darle plena oportunidad de expresar su parecer a estos tres sectores de nuestra población. Ahora bien, lo que no puede ser parte de una consulta justa son propuestas engañosas, alternativas irreales o movidas dirigidas a impedir que el pueblo tome su decisión.
El plebiscito propuesto por el Partido Nuevo Progresista provee para que todos en Puerto Rico puedan hacerse sentir. La consulta que proponemos le plantea dos preguntas a nuestro pueblo. Inicialmente le pregunta a nuestros electores si desean que Puerto Rico continúe en su condición política actual de un Estado Libre Asociado sujeto a la Cláusula Territorial de la Constitución de los Estados Unidos o si desean que obtenga un estatus político permanente que no sea colonial o territorial. Y en caso de que la mayoría de los votantes quiera que Puerto Rico obtenga un nuevo estatus, les pide que escojan entre las siguientes alternativas: la Estadidad, la Independencia, o el Estado Libre Asociado fuera de la Cláusula Territorial de la Constitución Federal.
El propósito obvio de la primera pregunta es determinar el nivel de aceptación que tiene en nuestro pueblo el estatus actual. Y es que conforme al principio de la libre determinación nuestro pueblo es quien tiene que decidir si Puerto Rico debe continuar bajo su presente relación con los Estados Unidos.
La segunda pregunta es igualmente pertinente, ya que en el evento de que la mayoría del electorado rechace la condición política actual de la isla es importante saber cuál de las opciones disponibles es la que prefiere nuestro pueblo.
Entonces, ¿por qué el Presidente del Partido Popular Democrático se opone al plebiscito propuesto?
-Porque no está seguro si debe apoyar que Puerto Rico continúe siendo un territorio de los Estados Unidos sujeto a los poderes del Congreso, en donde no tiene voz y voto.
-Porque no está seguro si debe favorecer que el Congreso trate a Puerto Rico como una nación y le permita tener un pacto o tratado de libre asociación con los Estados Unidos.
-Porque unos días reclama que estamos fuera de la Cláusula Territorial de la Constitución Federal y otros días admite que estamos bajo ella.
-Porque algunas veces habla de que hay que desarrollar el Estado Libre Asociado y otras celebra el pacto que supuestamente tenemos con los Estados Unidos desde los años 50.
-Porque un día dice que los Estados Unidos y Puerto Rico son “naciones hermanas” y otro afirma que somos parte de los Estados Unidos.
-Y porque tiene miedo de que la mayoría de nuestro pueblo vaya a rechazar el estatus actual y vaya a abrazar la estadidad.
Pero si algo espera nuestro pueblo de sus líderes, es firmeza y valentía a la hora de tomar decisiones. Jurídica y políticamente Puerto Rico puede continuar siendo un territorio de los Estados Unidos, puede convertirse en el estado 51 de los Estados Unidos, o puede ser una nación independiente o una nación asociada con los Estados Unidos. Ha llegado el momento de que nuestro pueblo le envíe un mensaje claro al Congreso de los Estados Unidos.
En arroz y habichuelas: ¿Qué queremos ser, un territorio, un estado, o una nación? El futuro de Puerto Rico está en nuestras manos.
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