Ricardo Roselló Nevares | VOCERO
(abril 20, 2011)
En la última columna establecimos cómo Puerto Rico se encuentra en una posición económica nefasta: somos ÚLTIMOS en el mundo en crecimiento económico, y sólo 3 de cada 10 puertorriqueños están trabajando. Elaboramos también sobre los dos factores que amortiguan una catástrofe social de índole revolucionaria: la migración hacia un estado y sobre $20,000,000,000 al año en fondos federales.
Pero cabe preguntarse, ¿cuánto más aguantarán estos “shock absorbers”?
Hace apenas una semana, comenzó a verse la naturaleza frágil de uno de estos dos parámetros. Estados Unidos hará recortes grandes a su presupuesto. Ante esa decisión fiscal, ¿de dónde comenzarán a cortar? ¿De Nueva York, Florida, California o de un territorio que no tiene impacto político? La contestación es tan lógica como contundente: Se estima que Puerto Rico perderá sobre $200,000,000. Esto es un 10% de la totalidad de fondos recibidos (Fox News). La reducción dramática es producto de estar bajo el control absoluto del Congreso sin tener inherencia alguna en sus decisiones.
Pero, sin incluir ese corte reciente, ya todos los parámetros apuntan hacia un sistema colonial en decadencia. Hace a penas 10 años, hablábamos de “estar mal, relativo a los 50 estados de la nación.” Rápido, ese argumento se contestaba con: “sí, es cierto, pero estamos mejor que otros países de Latinoamérica”. Hoy, la historia es diferente. Hoy estamos entre los peores en crecimiento económico… en el mundo. Estamos entre los peores 15 en el mundo en disparidad social, crímenes violentos, alta incidencia de muertes por enfermedades como la diabetes, el asma, y condiciones cardiovasculares. En fin, hoy estamos “mal relativo al mundo”.
Ya la historia de que otros países están “peor que nosotros” no aplica. Más aún, hemos experimentado un increíble nivel de retroceso en los últimos 10 años.
¿Por qué hemos deteriorado tan rápidamente y qué podemos hacer para mejorar nuestra condición? La contestación está en reconocer algunas tendencias globales. La primera: los nuevos mercados que generan trabajos serán creados por empresas pequeñas, y empresas emergentes. Para ejemplificar este punto, en los Estados Unidos se crearon 40,000,000 trabajos nuevos netos en los últimos 5 años ¿Sabes cuántos de esos trabajos netos fueron creados por el Gobierno o las grandes empresas (a veces conocidas como las foráneas en Puerto Rico)? Cero, ni uno solo. Es decir, la totalidad de los trabajos netos en los Estados Unidos, el 100%, fue producto de pequeños empresarios, innovadores, y empresas emergentes (Fuentes: Kouffaman Institute; Censo EEUU).
El segundo factor es la realidad de que el mundo enfrenta múltiples retos de enormes proporciones, y los nuevos mercados surgirán de las soluciones a esos retos. Estamos hablando de grandes desafíos como la producción de energía, el desarrollo sostenible y nuevas medicinas, pero también unos más elementales como la producción agrícola, la higiene razonable, y el reto global más grande: el acceso a agua potable.
Para atender estos retos, tenemos que darles las herramientas a los puertorriqueños que les permitan utilizar su creatividad, su inteligencia y su talento para resolver nuestros problemas locales, al igual que los de la comunidad global. Y para lograr este objetivo, tenemos que enfocar nuestros esfuerzos en dos áreas medulares: (1) los pequeños y medianos empresarios y (2) el sistema educativo completo, desde pre-kínder hasta la universidad.
Es imperativo fomentar el espíritu empresarial del individuo y establecer el mecanismo para que ese espíritu logre desarrollarse al máximo. Sabemos que existen puertorriqueños con espíritu empresarial en todos los sectores de nuestra sociedad, tanto en los universitarios, como en los policías, en nuestros maestros, amas de casa, y hasta en empleados del gobierno. Pero también cargamos con una cultura colonial de dependencia, bajo la cual se limita el progreso, la autosuficiencia y el desarrollo óptimo de demasiados ciudadanos nuestros. Tenemos que fomentar una cultura donde cada vez más personas tengan la plataforma para buscar e innovar soluciones a problemas apremiantes y, a su vez, generar miles de trabajos para otros puertorriqueños.
Al mismo tiempo, necesitamos reconfigurar nuestro sistema universitario, y de educación en general. Además de enfatizar la enseñanza en sí, los sistemas educativos modernos también enfocan en la producción, al igual que en la creación de incubadoras de productos y soluciones innovadoras. Asimismo, utilizando el sistema universitario como eje, se debe trabajar el área de la educación continua, para mantener a nuestra clase trabajadora siempre preparada y con opciones de diversos mercados.
Los temas de rediseñar nuestro sistema universitario, y el de crear una economía basada en pequeños empresarios, son abarcadores y merecen su propio espacio. En columnas futuras elaboraré sobre éstos en detalle.
Lo que sí cabe resaltar aquí es que los cambios en estos dos sectores son imposibilitados por el sistema colonial. Esto es así porque el ELA colonial está basado en un gobierno grande y paternalista, con un sector privado que enfatiza las grandes empresas foráneas, y no el pequeño y mediano empresario. Como he indicado en otros escritos, ese modelo ya está expirado, y se tiene que redefinir. Estados Unidos lo esta haciendo. China lo esta haciendo. Brasil lo esta haciendo. Y nosotros nos estamos quedando atrás.
De otra parte, nuestro sistema universitario permanece arcaico, a pesar de tener una abundancia de talento, tanto en el estudiantado como en los profesores. Pero el sistema depende únicamente del gobierno, y no tiene otras fuentes de recursos. Y esta dependencia es uno de los grandes pilares del gobierno colonial.
Si la decisión fundamental de Puerto Rico en el siglo XXI será escoger el desarrollo sobre la decadencia, como paso inicial, tenemos que eliminar el mayor propulsor de la inestabilidad y la dependencia: Hay que ponerle fin a la colonia.
Contacto: facebook.com/rossello.nevares
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