martes, 1 de febrero de 2011

El ave nacional tiene que ser el ganso

Por Josean Feliciano
Presidente de la firma Consultoría de Negocios, Inc.


Durante una conversación, con un conocido político de la isla, afloró un comentario que jamás olvidaré: “el ave nacional de Puerto Rico tiene que ser el ganso”. Aunque dicha conversación fue hace algunos años, en días recientes la recordé al observar en los medios de comunicación como cientos de personas eran arrestadas por un alegado esquema de fraude contra una aseguradora.

Mientras recordaba la conversación, imaginaba al ‘ganso puertorriqueño’ atacando al pato parlanchín de la compañía Aflac, víctima del fraude, que se alega, cometieron 533 conciudadanos.




Hoy, coincido con aquel político. Pero coincido con él, no en honor a los cientos que se ‘gansearon’ unos cientos o miles de dólares en algún esquema fraudulento, tampoco lo hago en honor de aquellos que viven en una cultura de dependencia.

Hoy, coincido con él porque conozco cómo operan los gansos. Los gansos no andan buscando cómo obtener provecho del vecino, tampoco lo hacen tratando de buscárselas con el gobierno, ni tampoco obteniendo ventajas ilícitas de una empresa.

En Puerto Rico tenemos que ser como los gansos para lograr que nuestra economía y nuestra sociedad mejoren, compartiendo un mismo objetivo, así como el sentido de comunidad. Los gansos vuelan en una formación de “V”, con el movimiento de sus alas cada ganso crea una fuerza que sustenta al ganso que viene detrás de él. Esa formación le permite cubrir una distancia 71% más grande de lo que cubriría cada ganso por separado.

Debido a la fuerza que se crea en la bandada, cuando un ganso se sale fuera de su formación, este siente la resistencia y el esfuerzo que significa volar solo, por lo que rápidamente vuelve a la formación para aprovechar la fuerza del ganso que va delante de él.

La bandada está liderada por un ganso, cuando ese ganso se cansa, pasa a la parte de atrás de la formación y lo remplaza otro en la punta. De otra parte, los gansos que están en la parte de atrás, alientan a los que están de frente para que mantengan la velocidad.

También dicen los estudiosos del comportamiento de este animal, que cuando uno se enferma, sufre una herida o es derribado, dos de sus compañeros abandonan la formación para seguirlo y protegerlo. Estos permanecen a su lado hasta cuando pueda volar o muera. Posteriormente, se unen a otra formación o alcanzan la bandada.

El comportamiento de los gansos nos provee grandes lecciones que podemos aplicar como país y como sociedad. Cuando tenemos un objetivo común y sentido de comunidad podemos llegar más pronto y con mayor facilidad, porque viajamos juntos y nos impulsamos unos a otros. De otra parte, si tenemos sentido común, como los gansos, nos mantendríamos en formación con las personas que van alineadas con el objetivo trazado.

También se dice que los gansos, además de volar en formación, se gritan para alentar a los que van adelante. Por lo tanto, debemos asegurarnos que nuestra voz sea de aliento y estímulo.

Por último, si tenemos sentido común, debemos ayudarnos en los tiempos buenos, así como en los tiempos malos.

Las lecciones de los gansos, que típicamente las leemos en cadenas de correos electrónicos, fueron presentadas por Angeles Arrien.

Para preguntas y/o comentarios Josean@consultadenegocios.com

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