lunes, 17 de enero de 2011

El beneficio práctico de la descolonización (Parte IV): El valor universal de la universidad

Dr. Ricardo Rosselló Nevares | VOCERO

(Esta es la cuarta en una serie de columnas)

Continuando con el tema de los sistemas de educación que tocamos en la columna previa, hoy veremos el impacto que un sistema universitario proficiente tiene sobre una sociedad.  Recordemos que detallamos cómo nuestro sistema secundario público es un experimento fracasado, tanto en el aprovechamiento (10 de cada 11 niños en el sistema público están a nivel Sub-básico) como en el rendimiento de estudiantes graduados de este sistema que se integran a la universidad (1 de cada 100 entra a una universidad en Puerto Rico).

Entonces, ya pasada la prueba difícil de graduarse de escuela superior, cabe preguntarse: ¿Qué les espera a nuestros estudiantes cuando llegan al sistema universitario de Puerto Rico? ¿Rendirá frutos el haber superado todos los obstáculos de un sistema de educación pública fatulo? ¿Cuánto nos cuesta tener un sistema universitario de tercera, pudiendo tener uno de primera?

Atenderemos estas preguntas enfocándonos en tres perspectivas:

  1. Calidad del Sistema
  2. Estabilidad del Sistema
  3. Oportunidades para los post-graduados

Para medir la calidad de nuestros centros docentes, utilizaremos los rankings del Web of Metrics (www.webometrics.info), quienes se han dado a la tarea de evaluar los sistemas universitarios a nivel mundial.  Su métrica de evaluación utiliza los factores de Escolaridad, Visibilidad, Tamaño y Becas para determinar la posición en la lista.  Si esperábamos ver una universidad puertorriqueña entre las primeras 50 del mundo, tenemos que seguir buscando.  ¿Primeras 100? … ¿Primeras 250?... No.  Hay que seguir buscando.  ¿Primeras 500?  Tampoco.  La primera señal de una universidad de Puerto Rico la encontramos en la posición 566 (Recinto Universitario de Mayagüez).  Es la única entre las primeras 1000 (mil) del mundo. (La Tabla 1 presenta los primeros 10 recintos universitarios de Puerto Rico con su ranking mundial.)



Por su parte,  Estados Unidos tiene 22 de las primeras 25 en el mundo.  Y TODOS los estados tienen al menos una universidad entre las primeras 250. ¿Por qué? Porque el sistema sociopolítico entiende que un sistema universitario robusto es esencial para el desarrollo social, y – ahora más que nunca – desarrollo económico.  <span>La colonia no comprende esto.</span>

Asimismo, Singapur goza de dos universidades en las primeras 500 (Universidad Nacional de Singapur, #124; Universidad Tecnológica de Nanyang, #468).  Japón también goza de 12 entre las primeras 500, y dos entre las primeras 100.  Estos dos países tienen muchas similitudes a Puerto Rico, pero recordemos que estos sistemas se han desarrollado a pesar de enfrentar serios desastres nacionales en apenas medio siglo (Singapur, un territorio sin recursos naturales, que tenía una de las peores economías del mundo; y Japón, recuperándose del impacto de una guerra mundial y dos bombas nucleares).

¿Qué lleva a todos los estados de la Nación Americana y a estos países tener sistemas universitarios muy superiores a los nuestros?  Muchos factores tienen que ver, pero hay uno fundamental: la estabilidad.  La estabilidad de un sistema universitario, al igual que el de un gobierno, un mercado, una corporación y hasta del propio ser humano, determinan su rendimiento.  De no tener estabilidad, con el tiempo, el sistema carecerá de talento educacional, limitaciones en sus presupuestos, fondos para desarrollo e investigación, etc.  Es decir, la inestabilidad deteriora un sistema universitario.

En Puerto Rico, hay varios factores que influyen sobre la estabilidad universitaria, pero uno que está siempre presente es la huelga de los estudiantes.  Para aclarar,  yo creo que todo ciudadano tiene el derecho a la huelga.  A lo que no tiene derecho es a prevenir que OTROS que no tengan que ver con dicha huelga puedan ejercer el derecho que ellos también tienen a trabajar, estudiar y progresar.  Esta diferencia parece sutil; no obstante, es medular en establecer el respeto mutuo a los derechos de todos.  En los sistemas universitarios de Estados Unidos existen las huelgas, pero nunca se dan a costa de que otros compañeros no vayan a sus clases y de que se paralice el sistema.  Lo mismo sucede en Japón y Singapur.

La huelga combinada con el paro causa inestabilidad.  La inestabilidad causa déficits en la educación y reduce (o hasta elimina) el flujo de fondos para su desarrollo.  El que se perjudica a largo plazo es, primero, el estudiante (quien no gozó de una educación apropiada); y después, el sistema universitario (su reputación es agravada).  Finalmente, se perjudica el pueblo completo porque el producir estudiantes que no han desarrollado todo su potencial, por culpa de la inestabilidad, también produce menos profesionales preparados para ayudar a impulsar las nuevas economías de conocimiento.

Obviamente, un sistema universitario perpetuamente inestable destruye el capital humano de un pueblo. Esta situación se complica aún más cuando sabemos que Puerto Rico tiene el nivel más alto de desempleo en la Nación, y el nivel más bajo de participación de su fuerza laboral.  Además, muchos trabajadores puertorriqueños tienen que ir a Estados Unidos (u otras jurisdicciones) a buscar mejores oportunidades, o simplemente lograr cualquier oportunidad en su profesión.  El éxodo de talento y ética de trabajo de Puerto Rico está erosionando nuestra capacidad competitiva.

Ante este panorama ¿Qué podemos hacer para mejorar nuestro sistema en estos sectores?  Primero, permitamos las huelgas universitarias, pero sin dar lugar a los paros.  De esta manera, les proveemos a los estudiantes, maestros y trabajadores la plataforma para expresarse sin perjudicar a sus conciudadanos.   Segundo, desarrollemos centros investigativos en las ciencias y la medicina, además de talleres y centros de desarrollo en las artes y los estudios sociales.  Estos centros servirán de incubadora para desarrollar innovaciones que produzcan frutos económicos y sean fuente de orgullo social.  Estos centros darán paso a la tercera meta: crear sinergía entre la universidad, la industria y el sector privado; un triángulo de desarrollo donde la universidad produce talento en cooperación con los centros de investigación y desarrollo para abrir las puertas a que las industrias se localicen cerca de estas incubadoras (recogiendo así el talento de las universidades), y también, producir el terreno fértil para desarrollar nuevas industrias que puedan impactar el mundo significativamente.  Cabe señalar que 5 de las 10 compañías más activas y productivas en el mundo hoy, no existían hace escasamente 10 años.   De continuar este patrón, si queremos ser nosotros quienes creen estas innovadoras industrias de impacto global, necesitaremos un sistema donde el desarrollo del capital humano sea continuo y diversificado.

Éstas son sólo algunas ideas para instituir un sentido de “propiedad” dentro del sistema universitario;  es decir, que los estudiantes se sienten dueños y protectores del sistema, porque el sistema será el que les abrirá las puertas a oportunidades de desarrollo y progreso.


Finalmente, además de nuestro desarrollo como sociedad, ¿cómo nos impactaría un sistema universitario de clase mundial? Una de las universidades de mayor rendimiento, MIT, ha producido sobre 4,000 fundadores de compañías que hoy producen sobre 230 mil millones de dólares al año.  Si este sistema universitario fuera un país, sería la potencia número 24 en el mundo económicamente, por encima de Venezuela y Arabia Saudita; dos de las potencias petroleras más grandes en el planeta.  ¿Qué quiere decir esto?  Que las economías del conocimiento y desarrollo (capital humano) están sobrepasando hasta las de los recursos naturales más preciados.  Ante este panorama, el no desarrollar un sistema universitario de calibre mundial es firmar la sentencia de una economía en decadencia y una sociedad subdesarrollada.  El poder de progresar y prosperar está en nuestras manos.

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